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La enfermedad, una parte de la vida

Sep 4, 2015 | 3 minutos de lectura
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“Tú que heredaste los ojos del mar

Llegaste a mí en la conmemoración de los festines

Cuando un viento leve sopló en tus mejillas

La armónica de la red y del viaje

Tiempo de coronar caracolas para los místicos hallazgos

Encantamiento de tus muslos iluminando la noche.”

Carlos Cedeño Gil

La vida me regalo un poeta como padre y no lo entendía. Un poeta que por muchos años jugó a ser mi papá y me decía sin apegos y con serenidad que, cada uno de nosotros somos hijos de la vida, así tan confuso como suena, tan real como puedo entenderlo hoy…

Pasaron muchos años y la vida me regaló un papá, que sigue siendo poeta pero ahora es más humano, un poeta que dejó de plasmar las palabras en papel para decirlas cada día, uno que con todas sus ansias busca frenar el tiempo y se aferra a su vida, un poeta que tiene un legado, una compañera que es su mayor sostén en medio de las tormentas, la única que a pesar de los puntos álgidos de su historia, siempre ha estado allí manteniendo viva la esperanza.

Cuando la enfermedad toca la puerta de tu hogar, no avisa, no pregunta, el tiempo se detiene…

Comprendo hoy, que se detiene el tiempo, no solo para el enfermo sino para todos a su alrededor y de alguna manera increíble CRECES a través del doloroso proceso de sentirte en la vulnerabilidad de la condición humana.

Recurres a la religión, a la ciencia, reniegas y vuelves al centro, desde donde te toca aceptar cómo son las cosas, cómo son los caminos y empiezas a buscar los porqués y allí todo cobra un poco más de sentido y por un momento el huracán se detiene y te llenas de fuerza, de valor, te pones la capa y te sientes invencible, porque la enfermedad lo logró, te hizo entrar en conciencia, te hizo entrar en razón de lo necesario que es, vivir en el presente, cuidar tu cuerpo, cuidar tu mente, dejar a un lado lo banal y transcender en medio del dolor y del miedo que puedas sentir.

Entonces simplemente ya no te importa si sales a la calle y te roban el celular, Maduro o Diosdado, los que se han ido, las elecciones. por un momento el tiempo se detiene y te das cuenta que todo a lo que le has dado importancia, no es importante.

Y es, como si todo se derrumba, hasta que aceptas el camino y decides vivir en plenitud el resto del camino, decides aferrarte a los momentos que recordarás mañana y te entregas al destino que no puedes cambiar… entonces reconoces la presencia de la enfermedad y algo mágico ocurre cuando se reconocen y entienden que si se aceptan dolerá menos la vida…

No reniegues al dolor que puedas sentir, a la rabia con la ciencia, con la vida y eventualmente serena tu alma y acepta, llena tus días de recuerdos y sal a darle fuerza, amor y luz al que recibió la visita de la enfermedad.

PD: Los amo mamá y papá.

Familia

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